Lunes, 21 Septiembre 2020 14:08

UNIDOS EN LA VERDAD - 21 de septiembre, Día de la Sanidad.

La medicina es una disciplina que busca el bienestar físico, mental y social de las personas. La buena medicina no es solamente un protocolo de acción, es también la capacidad de escuchar, acompañar y comprender. Por lo tanto está claro que la medicina no se trata solamente de ciencia.

Sin embargo, la  construcción del conocimiento médico se basa esencialmente en el método científico, que se sustenta en la experimentación y verificación. No hay lugar para soluciones mágicas ni voluntarismo simplista.

Las situaciones sanitarias extremas, como la actual pandemia, generan incertidumbre, dudas y hasta desesperación. Con gran preocupación notamos que en el tratamiento de pacientes con Covid-19, tanto a nivel individual, institucional y aún de políticas sanitarias, se está promoviendo el uso de medicamentos y terapias que carecen aún de comprobación científica respecto de su eficacia.  Y cuya seguridad tampoco conocemos por completo. Entre estas terapias podemos mencionar hoy el uso del ibuprofeno inhalado, la ivermectina y hasta el plasma de convalecientes. Del mismo modo discutimos hace algunas semanas atrás el uso de lopinavir/ritonavir, la hidroxicloroquina y azitromicina, y hoy sabemos que no sólo son inefectivas, sino que algunas hasta podrían ser perjudiciales. 

Es lícito y hasta deseable la utilización de tratamientos novedosos y aún experimentales, aunque siempre dentro del contexto de ensayos clínicos adecuadamente diseñados y con las aprobaciones éticas y regulatorias correspondientes.

Los usos “extendidos” de medicación y los tratamientos compasivos constituyen situaciones excepcionales definidas por el criterio médico que deben ser explicitadas como experimentales frente a los pacientes y sus familiares y su validación depende estrictamente de la generación de conocimiento a partir de su investigación apropiada, la cual deben siempre facilitar en lugar de impedir. Son situaciones puntuales que en ningún caso deben convertirse en regla o transformarse en “estándar” de cuidado. 

Tenemos que trabajar con el doble compromiso de aceptar la limitación del conocimiento actual y al mismo tiempo el deber moral de generar mayor conocimiento de calidad. Y todo eso con la extrema urgencia determinada por la circunstancia.

Desde el inicio de la pandemia la SADI no solamente ha intentado cumplir su rol de sociedad científica con la comunidad médica revisando y generando información, elaborando recomendaciones y protocolos de diagnóstico y manejo, sino también de cara a la sociedad comunicando, asesorando, y también tomando posición frente a situaciones que lo ameriten. Es en este marco desde la SADI queremos levantar nuestra voz en la búsqueda de la unidad de la población, la comunidad médica y los decisores de políticas de salud dentro del marco de la evidencia disponible, que lógicamente es parcial e imperfecta.

El gran infectólogo y humanista Paco Maglio decía que en medicina “las verdades son falacias transitoriamente irrefutables”. Esto significa que todo conocimiento es contingente porque la medicina progresa sobre la base del conocimiento sólido. Hoy más que nunca los médicos y los decisores de salud no podemos perder la capacidad autocrítica sobre nuestros actos.

No se puede aceptar la recomendación y hasta la promoción de terapéuticas de eficacia no comprobada sin la aclaración de que se trata de productos experimentales y cuya utilidad aún no se ha demostrado. Porque de esta forma no solamente se obstaculiza el progreso de la ciencia que sustenta a la medicina sino que indudablemente engaña a los pacientes y a toda la sociedad. Estas conductas generan expectativas inapropiadas, consumo injustificado de recursos y mayor estrés al sistema de salud.

Hoy por hoy sabemos mucho más acerca del Covid-19 que lo que conocíamos a finales de marzo de este año. Sabemos acerca de intervenciones que son reales alternativas del tratamiento, como de aquellas que definitivamente no lo son. Sabemos que el distanciamiento físico protege de los contagios, que el testeo, la detección precoz y el aislamiento de casos son fundamentales para el control epidemiológico de la epidemia. Sabemos que los cuidados respiratorios adecuados constituyen el principal argumento del manejo de los pacientes internados y que el uso de corticoides ayuda a mejorar a un subgrupo de los pacientes con enfermedad más grave.

Difícilmente aparezcan soluciones mágicas. Mientras tanto la medicina está avanzando en la búsqueda de soluciones para esta pandemia.  Y tiene mucho más para dar. La SADI mantiene su voluntad de trabajar en conjunto con la sociedad y con las autoridades. Con un compromiso irrenunciable. Asumiendo la verdad de hoy y construyendo la verdad del mañana. Priorizar la atención sobre supuestas soluciones mágicas nos atrasan como sociedad y quitan la atención sobre la necesidad fortalecimiento del sistema de salud cuyos trabajadores ponen cada día su conocimiento y dedicación al servicio de los demás.